Ciudadano
Antropólogo Lázaro Cárdenas Batel, Gobernador
Constitucional del Estado
Respetable señor Ministro
de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sergio Salvador Aguirre Anguiano.
Señor Diputado David Vázquez
Chávez, Presidente del Honorable Congreso del Estado
por el mes de Marzo de 2003.
Señor Diputado Juan Manuel
Iriarte Méndez, Presidente de la Junta de Coordinación
Legislativa del Honorable Congreso del Estado.
Honorables miembros del Presidium.
Señoras y señores
Magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado.
Respetables Diputadas y Diputados
integrantes al Honorable Congreso del Estado.
Señor Edward Jones, Juez
de la Corte en el Estado de Oregon.
Magistrados y Jueces Federales.
Funcionarios públicos
de los tres niveles de Gobierno.
Invitados a este Acto Solemne.
Señoras y señores:
La conmemoración de una de las fechas más gloriosas
en la historia del México independiente es lo que nos
convoca en este día.
En efecto, hoy, como todos los
años desde ese lejano 7 de marzo de 1815, la República
rinde los máximos honores a aquellos hombres, que,
no obstante los momentos precarios y difíciles que
vivían, por estar en su etapa inicial la guerra de
independencia, hicieron realidad en este fértil suelo
michoacano, los anhelos por tener un gobierno propio, autónomo,
y que reflejase la divisa de libertad y de justicia por la
que tantos hombres darían sus vidas de manera generosa.
Hace 188 años, el “Siervo
de la Nación”, Don José Ma. Morelos, instaló
en esta población de Ario de Rosales, el primer Supremo
Tribunal de Justicia de la Nación. Con dicho acto,
el Caudillo de imborrable recuerdo, no sólo concretó
lo dispuesto por los artículos 11 y 12 del Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana
de 22 de octubre de 1814, cuyas raíces ideológicas
lo fueron sus Sentimientos de la Nación, sino, además,
ratificó el principio de la división tripartita
del Poder Público, mismo que sustentó en el
concepto de soberanía, es decir, de ese sentimiento
de libertad que ya yacía en el fondo del alma de los
hombres que formaban el pueblo, porque era a los pueblos lo
que la libertad era y es a los hombres; por ello, la concibió
como el único valor de los países débiles
frente a los poderosos, así como que es el pueblo la
fuente y origen de ese poder público.
Indudablemente, la creación
del “tercer poder”, el Judicial, constituyó
la realización del bellísimo apotegma de Morelos:
“Que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal
que lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario”.
El México que en ese entonces luchaba contra la opresión
y la tiranía fue testigo de la instauración
de una nueva forma de organización judicial, pues se
desechó el sistema seguido por el gobierno virreinal
durante la colonia, la audiencia, para dar paso a un organismo
público judicial innovador: el Supremo Tribunal de
Justicia de la América Mexicana.
Así, una vez más,
Michoacán, que siempre ha estado presente a través
de sus héroes en los momentos más cruciales
de la vida y de la historia de México, dio acogida
a este Tribunal.
A partir de esa fecha, la administración
y la impartición de justicia en nuestro país
cambiaría la concepción que se tenía
del juzgador. Los jueces no estarían más sujetos
a los dictados del monarca, sino que se someterían
al imperio de la ley y el Derecho. De esa manera se cristalizaban
los primeros esfuerzos para cimentar el Estado de Derecho
en nuestro país.
Ciertamente, el Tribunal de Ario
de Rosales conocería una azarosa y corta existencia.
Pero el espíritu que animó su establecimiento
y actividad, perduraría a lo largo de la lucha por
la independencia de nuestro país e inspiraría
las sucesivas cartas constitucionales que han regido nuestra
vida institucional, ya como nación independiente y
soberana.
En las personas de los Magistrados
del Supremo Tribunal de Justicia de Ario, Don José
María Sánchez Arriola, Don José María
Ponce de León, Don Antonio de Castro y Don Mariano
Tercero, se encarnan los ideales del buen juez: honestidad,
independencia, imparcialidad, cumplimiento estricto del deber,
estudio de la ley y del Derecho, correcta interpretación
y adecuada aplicación de la norma.
Ideales éstos, que los
sucesores de aquellos primeros jueces hemos procurado realizar
en los respectivos ámbitos de nuestras competencias
en la administración e impartición de justicia.
Somos conscientes de que nuestra función nos demanda
y exige entregar lo mejor de nosotros mismos, cada día,
sin menoscabo de esfuerzos ni mengua de espíritu. La
sociedad mexicana espera de sus jueces una total y completa
dedicación. Nuestras raíces históricas,
firmemente plantadas en Ario de Rosales, nos señalan
el rumbo: “defender al que se queje con justicia frente
al fuerte y el arbitrario”.
Tal misión implica el concierto de los distintos órdenes
de jurisdicción mexicanos. La armonía y el respeto
son condiciones que deben prevalecer en las relaciones entre
el Poder Judicial de la Federación y las Judicaturas
estatales. Pues ambos órdenes tienen delimitadas sus
facultades y funciones, y las competencias de cada uno de
ellos no pueden, ni deben, interferir con las de los otros.
En este sentido, es loable que
la jurisdicción federal cuente con el apoyo y el auxilio
de los Poderes Judiciales de las entidades federativas. Las
Judicaturas locales, cumpliendo lo dispuesto por el mandato
constitucional, no cejamos en desplegar nuestros esfuerzos
para cumplimentar los requerimientos que nos hacen los jueces
federales.
De la misma forma, los jueces
estatales esperamos de nuestros homólogos del Poder
Judicial de la Federación su comprensión, pues
nuestras cargas laborales exigen un mayor denuedo, a fin de
que la impartición de justicia llegue, en lo posible,
conforme a los parámetros temporales que nos indican
las normas.
Asimismo, las Judicaturas de
las entidades federativas, de manera especial la michoacana,
en aras de esa relación de cordialidad y de auxilio
que mantenemos con el Poder Judicial Federal, reiteramos nuestro
más profundo respeto y reconocimiento a la delicada
y relevante labor de los impartidores de justicia federales,
considerando que nuestro propio trabajo no va a la zaga en
cuanto a dedicación, importancia, esmero y debida prudencia
en la atención de los asuntos que conocemos y resolvemos
por virtud de nuestras competencias.
Por eso, en criterio del de la
voz, resulta sumamente triste y lamentable que algunos jóvenes
jueces de distrito consideren a los Poderes Judiciales Estatales
como meros subalternos, olvidándoseles que vivimos
en un sistema federal, republicano y democrático; que
nuestra Carta Magna es el todo jurídico con validez
en todo el territorio, ya que es quien crea a la Federación
y a las Entidades Federativas como dos órganos jurídicos
subordinados a ella y coordinados entre sí.
Si la justicia es el supremo
valor al cual consagramos nuestras vidas profesionales, y
nuestros modelos históricos son de una dignidad encomiable,
los actuales jueces mexicanos, tanto locales como federales,
no podemos soslayar las raíces jurídicas que
nos dan vida, ni tampoco ignorar el espíritu que permea
la noble tarea de la jurisdicción.
La celebración cívica
de este día, constituye, sin lugar a dudas, un recordatorio
de las esperanzas que el pueblo mexicano ha depositado en
sus jueces. Los hechos relevantes del pasado, como el que
hoy evocamos, nos conminan a redoblar los esfuerzos a favor
de la consolidación del Estado social y democrático
de Derecho. Son los jueces, su prudencia y su imparcialidad
e independencia, a quienes se confía la preservación
del orden, la paz y la seguridad y tranquilidad públicas.
Ario de Rosales siempre está
presente en los ánimos de los juzgadores, ya sean éstos
del fuero federal como estatal. El recuerdo y la memoria de
ese primer Supremo Tribunal de Justicia, semilla de la actual
Suprema Corte de Justicia de la Nación nos plantea
la necesidad de renovar el mundo y la sociedad a través
del Derecho y de su manifestación por excelencia: la
norma jurídica.
Seamos congruentes con nuestro
heroico pasado, nuestro dinámico presente y desafiante
futuro!
Muchas Gracias.
Magistrado Mauro Hernández
Pacheco
Presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de
Michoacán
Ario de Rosales, 7 de febrero
de 2003. |