Introducción
Juicios Contra Hidalgo

Tribunal de la Santa Inquisición

Sentencia a Hidalgo 
Degradación
Ejecución
Exposición del Cadáver
Las Cabezas
Los Restos Mortales de los Héroes
 

La muerte

 
  Las Cabezas

Pasados unos días, se dispuso de las ordenes dictadas con anterioridad que las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, que se guardaban conservadas en el salón, por los practicantes del Hospital Real, fueran conducidas a Guanajuato. Se había pensado llevarlas primero a Dolores y a San Miguel el Grande; pero hubo algunos temores, y se decidió que la capital de la provincia era el punto más apropiado para su exhibición, como “teatro de sus primeras expediciones y sanguinarios proyectos” y “como punto más concurrido y donde debían causar mayor ejemplar”. Condújoseles, pues, con escoltas, guardadas en unos cajones, de Chihuahua a Zacatecas, de Zacatecas a Lagos, de Lagos a León, de León a Guadalajara, exhibiéndolas en todos los puntos de término de las jornadas, y al mediar exactamente octubre, aparecieron colocadas en los cuatro ángulos del enhiesto Castillo de Granaditas, dentro de otras tantas jaulas de hierro pendientes de garfios del mismo metal, con los respectivos nombres cada una, correspondientes a cada ajusticiado, y en la puerta principal del edificio esta infamante inscripción:

“De Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez; insignes facinerosos y primeros caudillos de la revolución; que saquearon y robaron los bienes del culto de Dios; y del Real Erario; derramaron con la mayor atrocidad; la inocente sangre; de sacerdotes fieles y Magistrados justos; y fueron causas de todos los desastres, desgracias y calamidades; que experimentamos, y que afligen y deploran los habitantes todos, de esta parte tan integrante, de la Nación Española, aquí clavadas, por orden del Sr. Brigadier, D. Félix María Calleja del Rey, Ilustre vencedor, de Aculco, Guanajuato y Calderón, y restaurados de la paz de esta América."

Casi diez años permanecieron enclavadas en los ángulos de la Alhóndiga las cabezas de estos caudillos, hasta el 28 de marzo de 1821, en que por orden de don Anastasio Bustamante fueron sepultados en el panteón de San Sebastián de Guanajuato.

 

 
 
 
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